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Latidos...

Latidos... A veces me sentía abrumado, oprimido...
A veces el peso de todos esos recuerdos venían
a mí como un imparable torrente de sensaciones que
me angustiaban...

Y siempre surgía una inmensa mole de preguntas,
preguntas sin respuesta, que me hastiaban y me lastraban
porque tenía la sensación perenne de que, de uno u
otro modo, debía hallar respuesta a todas ellas ...

Muy de vez en cuando sentía cierto alivio, como si
un velo oscuro, que me impedía ver la verdad, hubiese
caído de mis ojos.

Entre las sensaciones, las preguntas, la verdad y las
mentiras, no podía desprenderme de un cierto sentimiento
amargo; el sentimiento de desear un desenlace distinto,
un final diferente, en el que las noches volvieran
a ser apacibles y el lado izquierdo de mi cama dejara
de estar frío...

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